
AW | 2016 05 19 00:44 | AIRLINES
Primero conquistó los cielos de Francia y de otros países de América, antes de llegar al Paraguay con su pequeño avión a bordo de un barco, ante una multitud que lo esperaba, ansiosa de verlo volar. El 17 de noviembre de 1914 hubo un primer accidentado vuelo junto al Palacio de los López, pero la explosión de acrobacia aérea se vivió a plenitud el 5 y 6 de diciembre, sobre Puerto Sajonia.
El avión llegó a bordo de un barco. El 13 de noviembre de 1914, el vapor Formosa atracó primero en el Puerto de Villeta, en medio de una multitud que saludaba con banderas, pañuelos y sombreros desde lo alto de la barranca, a orillas del río Paraguay, gritando su apellido: “¡Pettirossi..! ¡Pettirossi..!”.
Desde la cubierta, parado junto a su pequeño y ya legendario aeroplano, Silvio alzaba las manos, hasta que el capitán del buque le dijo que podía bajar al muelle a saludar a la multitud. Tenía apenas 27 años de edad y ya era un héroe nacional.
Horas más tarde, cuando el vapor arribó al Puerto de Asunción, otra muchedumbre los esperaba con igual entusiasmo. Apenas el aviador puso los pies en el atracadero, un numeroso grupo de personas lo alzó en andas y entre gritos de júbilo lo llevaron hasta la casa de sus padres, mientras muchos se trepaban a la embarcación para observar y acariciar de cerca al mítico avión Deperdussin T monoplaza, al que él había bautizado con el nombre “Paraguay”.
Era el “Rey del Aire” -como lo había bautizado la prensa francesa- o “el Acróbata del Aire” –como lo llamó el diario chileno El Mercurio-, que regresaba a casa, luego de haber deslumbrado a multitudes en Francia, en Brasil, en Argentina, en Chile. Pero aún le faltaba el público más entrañable, su propia gente paraguaya, que en su gran mayoría hasta entonces nunca había visto volar un avión.

Aunque nació en Asunción el 16 de junio de 1887, fue en Roma, Italia, donde el pequeño Silvio se contagió del mismo delirio que antes había desvelado al gran Leonardo Da Vinci: imitar a los pájaros y conquistar los cielos.
Su padre, Atimo Pettirosssi, un italiano andariego que llegó al Paraguay tras la Guerra Grande y se casó con la paraguaya Rufina Pereira, quiso que sus dos primeros hijos, Alfredo y Silvio, tengan una educación europea y los envió muy pequeños a estudiar en Roma.
Con solo 7 años de edad, Silvio desembarcó en la patria de sus antepasados y fue atrapado por el rígido sistema del Liceo Spoleto, desde donde escapaba a las plazas vecinas a sentarse durante horas, mirando volar a las palomas.
En 1901, a los 14 años de edad, retornó a Asunción, con su febril cerebro habitado por los diseños futuristas de Da Vinci, que anticiparon al aeroplano, al helicóptero y al paracaídas.
Desde los árboles del frondoso Parque Caballero practicaba saltos con sus amigos, con un artesanal paracaídas que él mismo fabricó, ante los gritos de don Atimo, cada vez que llegaba con alguna luxación en la pierna.
Cuando en diciembre de 1903 supo que finalmente los hermanos Orville y Wilbur Wright habían logrado protagonizar el primer corto vuelo en un aeroplano, el Flyer 1, en Kitty Hawk, Estados Unidos, el todavía adolescente Silvio Pettirossi decidió que sería protagonista de esa nueva epopeya de la aviación mundial, en donde empezaban a inscribirse los nombres de otros pioneros, como Santos Dumont, Henri Farman, Roland Garros, Louis Bleriot, entre otros.
Fue un legislador argentino, el senador Benito Villanueva, quien le dio la oportunidad de viajar a Buenos Aires y conocer a Jorge Newbery, el as de la aviación argentina, quien lo apadrinó en su bautismo de aire. Su verdadero primer vuelo fue el que hizo en Buenos Aires, impresionando de tal modo a Newbery, quien le auguró: “Serás un gran aviador”.
De aquella experiencia inicial, el propio Silvio Pettirossi relataría después: “Por primera vez me sentí dueño del aire, después de Dios”.
Fue justamente Jorge Newbery quien le aconsejó ir a estudiar aviación a Francia, donde la naciente industria aeronáutica estaba más avanzada. Pettirossi golpeó puertas para conseguir una beca del Estado paraguayo y el respaldo de varios políticos de la época, como Luis Riart, Juan Cogorno, Manuel Gondra y Adolfo Chirife, le permitieron realizar su sueño.
El 4 de octubre de 1912, con 25 años de edad, Pettirossi parte a Francia y logra finalmente ingresar a la escuela de la fábrica de aviones Deperdussin, donde se enamora a primera vista del modelo de aeroplano que sería su compañero de aventuras.
El 3 de enero realiza su primer vuelo como aviador en Reims y el 27 obtiene su brevetde piloto. En Paraguay lo premian otorgándole el grado militar de teniente primero en comisión del Ejército Paraguayo. Era el primer militar aviador.
Desde entonces, su estrella no para de ascender. Vuelos de exhibición por toda Francia, rompiendo récords mundiales como la permanencia de 8 horas en el aire. La prensa francesa lo bautiza “Rey del Aire”.
Una de sus hazañas más recordadas es haber quebrado el récord con la acrobacia conocida como “Looping the Loop”, que nunca había sobrepasado de seis giros con el aeroplano en el aire. Pettirossi, en su primer intento, ¡logró hacer 37 giros! siendo la sensación europea.
Ante su fama, el Gobierno paraguayo le envía los fondos necesarios para adquirir su primer avión, Pettirossi manda construir su avión favorito: el Depeerdussin T monoplaza, con un motor Gnome rotativo de 7 cilindros y 60 HP. Lo bautiza con el nombre de su amado país: “Paraguay”.
Con ese avión, todavía desmontado, viaja a Buenos Aires, en compañía del mecánico Maurice Becquet, donde lo ensambla y ofrece su primer show, en homenaje a su padrino Jorge Newbery, fallecido en un trágico accidente aéreo (como morirían muchos de los grandes aviadores pioneros, incluyendo más tarde al propio Pettirossi).
Sus piruetas en el aire con el pequeño avión, casi de papel, eran sensacionales y atraían multitudes, que lo contemplaban con los ojos desorbitados de asombro y gritos de admiración. Argentina, Brasil, Uruguay y Chile se rinden ante sus pies. “Pettirossi es aviador único en el mundo”, publica El Mercurio, en Santiago. En Montevideo conoce a la mujer que será su esposa, Sara Usher Conde.
Pero le falta lo mejor, regresar a su querido Paraguay y maravillar con su arte a su propio pueblo.
Aquel primer accidentado vuelo

Siete días después de su llegada a Asunción, el ansiado primer show del pionero de la aviación paraguaya se desarrolló en la playa de arena a orillas de la Bahía de Asunción, frente al histórico Palacio de López.
Una gran multitud se había congregado en lo alto de las barrancas, en las inmediaciones del Palacio y del Cabildo, para acompañar el primer show aéreo del ídolo nacional en su propia patria.
El aeroplano “Paraguay” pudo levantar vuelo en medio de gritos y aplausos y realizar varias piruetas en el aire, sobre el espejado horizonte de la Bahía, pero el fuerte viento jugó en contra y la hélice se torció al aterrizar. El público se quedó con ganas de ver más.
El ingenio paraguayo ayudó a salvar el problema. En los Talleres Bozzano, los mecánicos le fabricaron una hélice de madera de petereby-jhú, que resistió muy bien a las pruebas.
El 5 y 6 de diciembre de 1914, Pettirossi se tomó la revancha con el público paraguayo. Ante unas 15.000 personas congregadas esta vez en el Puerto de Sajonia, el pequeño monomotor “Paraguay” volvió a levantar vuelo y a prodigarse en numerosas acrobacias aéreas.
“Era una multitud expectante y nerviosa, que subrayaba con aplausos y con vítores cada arriesgada suerte… porque era una fiesta de valor y de audacia, de arte elegante y arrojado, la que nos brindó el piloto”, narra la crónica publicada en El Diario de Asunción.
El propio presidente de la República, Eduardo Schaerer, acompañó el show aéreo. “Pettirossi subió hasta los 1.000 metros y después de planear un rato, inició unos virajes elegantes y precisos. Después de 20 minutos de vuelo, tras una magistral ‘fenille morte’, el Deperdussin pasó como una exhalación entre el gentío y después de un viaje último, aterrizó”, sigue la crónica periodística.
La narración de lo sucedido después, es apoteósica: “En un delirante entusiasmo, en tanto que las gargantas se enrojecían con los gritos y flotaba como un frenesí en el ambiente, el pueblo entró en la pista, llegó como un oleaje hasta el aparato, alzó en andas al piloto y lo sacó del recinto, espléndido en el gallardo homenaje, hirviente de júbilo y de emoción”.
Era el mayor momento de gloria del “Rey del Aire”, el pionero de la aviación paraguaya recibiendo todo el cariño de su pueblo, por haberle dado tanta satisfacción y orgullo en sus aún pocos años.
El Deperdussin T seguiría volando con libertad y gloria durante los meses siguientes, llegando a la exposición internacional de San Francisco, Estados Unidos, en 1915. Allí también sufrió uno de sus accidentes más serios, cuando su avión perdió los tensores alares y sus alas se doblador, obligándolo a acuatizar sobre el mar. Afortunadamente, pudo salir ileso.
No fue así el 17 de octubre de 1916, en Buenos Aires, cuando el heroico monomotor “Paraguay” realizaba otras de sus clásicas acrobacias y un tensor del ala izquierda se soltó, arrojando al aparato en picada desde más de mil metros de altura, cayendo a tierra con un tremendo impacto.
Silvio Pettirossi falleció instantáneamente. Su reloj pulsera se detuvo por el golpe a las 09.25. Tenía 29 años de edad, con las puertas de la inmortalidad abiertas frente a él.
¿Se hubiera imaginado Silvio que, a cien años de aquel histórico primer vuelo, unos apasionados colegas aviadores paraguayos volverían a construir la réplica exacta de su avión, para volver a surcar el cielo guaraní…? 
Silvio Pettirossi: That first flight 100 years ago
First conquered the skies of France and other countries of America, before coming to Paraguay with his small plane on board a ship, before a crowd that was waiting, eager to see him fly. On November 17, 1914 there was a first accident flight next to the Palacio de los Lopez, but the explosion was experienced aerobatic fully on 5 and 6 December on Puerto Saxony.
The plane arrived on board a ship. On November 13, 1914, steam Formosa docked first in the Port of Villeta, amid a crowd waved flags, scarves and hats from the top of the canyon, along the Paraguay river, shouting his name, ” Pettirossi ..! Pettirossi ..! “.
From the deck, standing beside his legendary small airplane, Silvio raised his hands until the ship’s captain told him he could go down to the dock to greet the crowd. She was only 27 years old and was already a national hero.
Hours later, when the steamer arrived at the Port of Asuncion, another crowd was waiting with equal enthusiasm. Just airman set foot on the dock, a large group of people lifted him on their shoulders and shouts of joy took him to the house of his parents, while many climbed the boat to observe and cherish close to legendary aircraft Deperdussin T car, which he had named “Paraguay”.
It was the “King of the Air” as it had christened the French press or “Acrobat Air” as he called the Chilean newspaper El Mercurio, who was returning home after having dazzled crowds in France, in Brazil in Argentina, in Chile. But still it lacked the most endearing public, his own Paraguayan people, who mostly had hitherto never seen a plane fly.
Although born in Asuncion on June 16, 1887, it was in Rome, Italy, where the little Silvio was infected in the same delirium that had previously revealed the great Leonardo Da Vinci: imitate the birds and conquer the skies.
His father, Átimo Pettirosssi a wandering Italian who came to Paraguay after the Great War and married the Paraguayan Rufina Pereira, wanted his first two sons, Alfredo and Silvio, with a European education and sent very young to study in Rome .
With only 7 years old, Silvio landed in the homeland of his ancestors and was caught by the rigid system of the Lyceum Spoleto, where escaped to neighboring places to sit for hours watching the pigeons fly.
In 1901, at 14 years old, he returned to Asuncion, with his feverish brain inhabited by futuristic designs of Da Vinci, who anticipated the airplane, the helicopter and parachute.
From the leafy trees Knight Park with his friends practiced jumping with a parachute craft he built himself, to the shouts of Don Átimo, every time he came with a dislocated leg.
When in December 1903 I knew that eventually Orville and Wilbur Wright brothers had managed to star in the first short flight in an airplane, the Flyer 1 in Kitty Hawk, United States, the teenager still Silvio Pettirossi decided it would be protagonist of this new epic global aviation, where they began to register the names of other pioneers like Santos Dumont, Henri Farman, Roland Garros, Louis Bleriot, among others.
It was an Argentine legislator, Senator Benito Villanueva, who gave him the opportunity to travel to Buenos Aires and meet Jorge Newbery, Argentina ace of aviation, who sponsored him in his baptism of air. His real first flight was made in Buenos Aires, impressing such a Newbery, who predicted, “You’ll be a great flyer”.
From that initial experience, self Silvio Pettirossi would relate later: “For the first time I felt the air master, after God.”
It was precisely Jorge Newbery who advised him to study aviation in France, where the nascent aviation industry was more advanced. Pettirossi knocked on doors to get a grant from the Paraguayan State and the support of several politicians of the time, as Luis Riart, Juan Cogorno, Manuel Gondra and Adolfo Chirife enabled him to realize his dream.
On October 4, 1912, with 25-year-old Pettirossi part to France and finally manages to enter the school of Deperdussin aircraft factory where he falls in love at first sight model airplane would be his sidekick.
On January 3, makes its first flight as an aviator in Reims and 27 pilot gets his brevet. In Paraguay the award giving military rank of lieutenant first Paraguayan Army commission. It was the first military aviator.
Since then, his star is not to ascend. Flights exhibition throughout France, breaking world records as the permanence of 8 hours in the air. The French press baptizes “King Air”.
One of his most memorable feats is to have broken the record with acrobatics known as “Looping the Loop,” which had never exceeded six laps with the airplane in the air. Pettirossi, in his first attempt, managed to do 37 laps! European being feeling.
Given his fame, the Paraguayan government sending the necessary funds to acquire its first aircraft, ordered the construction Pettirossi your favorite plane: Depeerdussin T car with a rotary Gnome 7-cylinder engine and 60 HP. Baptizes with the name of your beloved country “Paraguay”.
With the plane still disassembled, travels to Buenos Aires, accompanied by mechanical Maurice Becquet, where it assembles and offers its first show in honor of his godfather Jorge Newbery, who died in a tragic plane crash (as would be killed many of the great aviators pioneers, including later at the same Pettirossi).
His pirouettes in the air with the small plane, almost paper were sensational and attracted crowds, who watched him with wide-eyed wonder and cries of admiration. Argentina, Brazil, Uruguay and Chile surrender to his feet. “Pettirossi is unique aviator in the world,” reports El Mercurio, Santiago. In Montevideo he meets the woman who will be his wife, Sara Usher Conde.
But it lacks the best, return to his beloved Paraguay and marvel at his art to his own people.
The Paraguayan wit helped save the problem. Bozzano in workshops, mechanics will manufactured a wooden propeller petereby-JHU, which resisted well to the tests.
On 5 and 6 December 1914, Pettirossi rematch with the Paraguayan public was taken. Before some 15,000 people gathered this time in the Port of Saxony, the small single-engine “Paraguay” take flight again and lavishing on numerous aerobatics.
“It was a nervous and expectant crowd, which underlined with applause and cheers every risky luck … because it was a celebration of courage and daring, elegant and thrown art, which gave us the pilot,” chronicled published in the Journal of Asuncion.
The president of the Republic, Eduardo Schaerer, joined the air show. “Pettirossi rose to 1,000 meters and after planning for a while, began elegant and precise turns. After 20 minutes of flight, after a masterly ‘fenille morte’, the Deperdussin passed like a flash through the crowd and after a trip Finally, he landed “, he follows the news story.
The story of what happened later, is apotheosis: “In a delirious enthusiasm, while the throats reddened with shouts and floated like a frenzy in the environment, the people entered the track, he came as a wave to the apparatus, he raised in litters the pilot and brought him out of the room, splendid in the gallant homage, seething with joy and emotion “.
It was the greatest moment of glory “King of the Air”, the pioneer of aviation Paraguayan receive all the affection of his people, for giving so much satisfaction and pride in his still few years.
The Deperdussin T continue flying with freedom and glory during the following months, reaching the international exhibition of San Francisco, USA, in 1915. There also suffered one of its most serious accident, when his plane lost alar tensioners and its wings bender, forcing him to land on water over the sea. Fortunately, he was able to escape unharmed.
Not so the October 17, 1916, in Buenos Aires, when the heroic single-engine “Paraguay” performed another of his classic acrobatics and a tensor of the left wing came loose, throwing the device into a tailspin over a thousand meters high, falling ground with a tremendous impact.
Silvio Pettirossi died instantly. His watch stopped by the coup to 0925. He was 29 years old, with the doors open before him immortality.
Is Silvio have imagined that, one hundred years after that historic first flight, aviators passionate Paraguayan colleagues would return to build an exact replica of his plane to return to sail the Guarani sky …?
Ξ A I R G W A Y S Ξ
SOURCE: ultimahora.com
DBk: Photographic © A I R G W A Y S
AW-POST: 201605190044AR